sábado, 28 de agosto de 2010

Pompa

Anunciarte por ahí como “el primer centro textil lanero del oeste de España” tiene sus riesgos, porque puede venir la globalización y pasar del uno al cero. Decirle al mundo entero que Béjar es la primera población citada en El Quijote es, además de agarrar el rábano por las hojas, temerario, porque puede venir alguien a decirte que el duque de marras era un zote que miró por encima del hombro al bueno de Cervantes. Sacar pecho pregonando que tienes la plaza de toros más antigua del mundo puede ser altisonante, porque puede venir por la espalda Miranda del Castañar, ahí al lado, dando la misma matraca y quién sabe si con razón, porque la historia está llena de sorpresa. Y no tardará en ponerse a la venta cierto libro, escrito por un bejarano, que afirma que es la de Medinilla —antigua tierra de Béjar, hoy de Piedrahíta-Barco— la que merece el baldón. Y eso sin salir de los alrededores a competir con la España que queda taurófila.
La humildad y la discreción son buenas compañeras en la vida.

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