lunes, 20 de diciembre de 2010

Moralidad y sociabilidad en el Casino Obrero

El otro día tuve la oportunidad de participar en la presentación del libro Casino Obrero de Béjar. 1991-2006, de José María Hernández Díaz, que es la historia del ateneo cultural bejarano en sus primeros 125 años de andadura.
En un momento de mi intervención, traté de explicar el sentido histórico del lema de la institución, “Instrucción, moralidad y recreo”, que hoy parece caduco pero que tenía sentido en la intención regeneradora de los hombres que componían la Sociedad Económica de Amigos del País de la que surgió el propio Círculo Obrero, nombre luego cambiado a Casino Obrero. Y ahí aducía yo que la moralidad había que entenderla en el propósito de sacar a los obreros de las tabernas, alejarles de la juerga del flamenco de un determinado tablao existente por entonces, donde no sólo debían de ir hombres, seguramente. Luego, Luis Rodríguez, presidente del ateneo bejarano y sin embargo amigo, intervino para sostener la vigencia del lema, sobre la tesis de concepción muy actual del sentido de la moralidad.
A este propósito, bueno será recordar que la Comisión local de Reformas Sociales encargó al propio Círculo Obrero un informe en 1884, dos años después de que el ateneo se creara, con el fin de conocer “el estado y las necesidades de la clase trabajadora”. Así que cinco socios se pusieron manos a la obra y en diciembre estaba elaborado el informe. Así, cuando hablan de su situación económica, afirman que “la clase obrera usa de las bebidas espirituosas, sobre todo del vino en cantidad respetable, sin que a pesar de esto el abuso sea muy frecuente, puesto que son raros los casos de embriaguez”, y a renglón seguido el informe desvela mejor las cosas: “La cantidad de bebidas que se consume en los establecimientos públicos es bastante mayor que la consumida en el hogar doméstico, por la natural sociabilidad del obrero bejarano que busca en aquellos sitios salud y expansión entre sus compañeros”. Osea, que les gustaba ir de parranda en grupo y darle al gañote en la taberna, buscando salud y expansión. Anda que. Si esa moralidad sigue vigente, el Gobierno nos quiere quitar del tabaco y el Casino Obrero de ir a los bares.
Más adelante, al hacer mención del trabajo de las mujeres en la localidad, los miembros que elaboraron el informe no niegan que “la mujer trabaja más en el taller que en el hogar doméstico, ocupándose en la misma industria que el varón aunque en operaciones distintas y generalmente impulsada por la necesidad. Su retribución es muy modesta y las horas de trabajo de dos a tres menos que el hombre, influyendo muy desfavorablemente la vida del taller en la moralidad tanto de la soltera como de la casada, y en el modo de llenar su cometido en la familia” (la cursiva es mía). A la vista de los comentarios sobre la sociabilidad de los obreros y la moralidad femenina, no parece caber duda que las horas fuera del trabajo eran alegres para muchos en Béjar. Había, pues, creo entender, una moralidad determinada que los regeneracionistas bejaranos querían enmendar.
Al día siguiente, Antonio G. Turrión escribió en su blog (http://antoniogt.blogspot.com/2010/12/datos-para-reflexionar.html) sobre el acto de la víspera. Dicho de forma rápida, pedía a los historiadores locales más síntesis y menos análisis, más reflexión y menos datos. Le gustó que Jean-Louis Guereña hablara de la sociabilidad de centros como el Casino, motivo para pensar y hacerse las preguntas que él se hace en su entrada del blog. Pero no es un descubrimiento actual esa sociabilidad. Ya los miembros del Casino que redactaron en 1884 el informe, como hemos visto, hablaban de ello. Nada nuevo. Propone luego el bloguero una nueva charla, a partir de lo que el libro cuenta, sobre el pasado, el presente y el futuro del Casino Obrero. Estamos de acuerdo. Sobre el pasado, porque si no sabemos de dónde venimos no sabemos quiénes somos. Sobre el presente, porque es lo que hay. Sobre el futuro, porque puede que no lo haya.

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